Me late el cuerpo,
mi nombre gastado no me reconoce,
y el viento sigue soplando inmovil,
en otro lugar.
Siempre hay monetos de sopor,
pero este caldo burbujeante
no deja de hervir mi sangre,
y yo
con ganas de dormir.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario